domingo, 5 de abril de 2009

EL HIJO BOBO DE LA DEMOCRACIA

Si fuera una adivinanza podría enunciarse así: “Parece Humpty Dumpty y habla como Cacho Garay, pero en lugar de hacernos reír, nos hace bostezar. ¿Quién es...?”

Del extinto “padre de la democracia” podrán decirse muchas cosas, buenas y malas, pero lo que jamás podrá perdonársele es que nos haya dejado semejante hijo bobo. Un bobo rapidito –cabe subrayar–, al que no le tembló el pulso para hacer campaña junto al cadáver aún tibio del inmaculado progenitor.

Julio César Cleto Cobos, “Cobotón”, nació un 30 de abril de 1955 –año premonitorio– en el departamento mendocino de Godoy Cruz y cursó estudios secundarios en el Liceo Militar. Creo que no perderíamos si apostáramos a que era un exquisito blanco del clásico “soplamoco” en la nuca cuando se cantaba el himno. Después se recibió de ingeniero. Como Jaurectche, Scalabrini Ortiz o Hernández Arregui, Cleto ha contribuido en profundidad a enriquecer el pensamiento nacional. Prueba de ello son sus obras “Principios fundamentales de la hidráulica”, “Materias integradoras en Ingeniería Civil” y la creación de 11 guías de estudio de las cuales 6 corresponden a temas de la Materias “Hidráulica General y Aplicada”. Pavada de aporte.

Cobotón mechó una intensa actividad docente con la política. En el ’94 fue subsecretario de Urbanismo y Vivienda de la Municipalidad de Mendoza, y en 2000, con la Alianza, fue ministro de Ambiente y Obras Públicas de esa provincia. En 2003 asumió la gobernación de Mendoza, y en 2007 integró, ya como “radical K”, la fórmula que consagró presidenta a Cristina. Una carrera corta pero vertiginosa. Exhibir su cara nabo y mantenerse callado, una estrategia muy redituable hoy día, lo catapultaron al cargo de vicepresidente de la Nación.

La UCR trinó cuando Cleto integró la fórmula K. “La digitación del señor Cobos como candidato a vicepresidente de la Nación no recorre el camino que los órganos partidarios han establecido y que cualquier afiliado, hasta el más humilde debe observar, se hace más patente cuando se trata de un ciudadano que ha llegado a ocupar altas investiduras; la citada conducta debe hacer pasible al acusado de una severa sanción”. Los padres de la democracia establecieron “separar” a Cobos de las filas de la UCR expurgándolo de sus registros de afiliados por “su inconducta y falta de ética”, e imponerle como “medida accesoria” la “inhabilitación de por vida para ocupar funciones o candidaturas de cualquier índole en nombre de la Unión Cívica Radical”.

Sin embargo, el partido centenario se “dobla pero no se rompe”. Tan flexible es en su doblés, que apenas Cleto subió intempestivamente en popularidad luego de traicionar al partido y al proyecto que lo llevaron a la vicepresidencia, salió a elogiarlo por “su comportamiento auténticamente radical”, y a abrazarse desesperadamente al único salvavidas patito que, por arte de magia, veía flotar luego de décadas de fracaso.

Obviamente, el lanzamiento de Cobotón hacia el estatus de “nuevo prócer” se consolidó mediante el fogoneo de los grandes grupos hegemónicos de comunicación. Así lo pintó Clarín luego de la traición en el Senado: “‘Nunca creí que la historia me pusiera en esta circunstancia’, dijo Cobos manteniendo su hablar pausado y mesurado. ¿Quedará algo del Cobos de bajo perfil? ¿Cuántas veces tendrá que desmentir su renuncia? ¿Qué otra sorpresa tiene reservada? ‘Perdón si me equivoco’.” (…) “‘Mi voto es en contra’, dijo Julio César Cleto Cobos, torciendo una definición por las retenciones que se anticipaba cantada. Ahora, sus palabras reviven y se multiplican por doquier, como todo fenómeno de alto impacto. ¿Qué clase de corriente habrá impulsado al vicepresidente a votar ‘No’? Acaso él mismo, un ingeniero civil de 53 años con profundos conocimientos sobre hidráulica, sea él único capaz de explicar la raíz de la energía que motivó sus escuetas, sorpresivas e impactantes palabras. Y acaso buceando en la historia de este ‘radical K’ aparezcan algunos antecedentes de decisiones ‘sorprendentes’.” Así, con patética maestría, la voz oficial del Campogarca y la Unión Destituyente culminaba la tarea de convertir a un bobo en héroe e instalarlo en el imaginario popular.

Tampoco fue escasa la contribución cibernética al armado del “nuevo mártir”. Al día siguiente,
el video de la “zancadilla” empezó a rankear bien arriba en “Youtube”, en tanto que el “acontecimiento” fue incorporado a la biografía de Cleto en Wikipedia como “Palabras textuales en el momento del voto histórico de Julio Cobos”. Por si esto fuera poco, inmediatamente después de aquel hecho, el perfil de Cobos en Facebook llegó a los 5.000 amigos, límite máximo que permite el sistema para perfiles personales. Para seguir sumando adhesiones, su equipo de comunicación colgó un mensaje que instaba a entrar a un segundo perfil creado en la categoría de “político”, el cual no pone límites para recibir solicitudes de amigos. Esa segunda página había llegado a los 2.600 “partidarios/amigos”, y seguía sumando. La idea era superar el millón de amigos de Roberto Carlos, y así más fuerte poder cantar.

Cleto se puso la gorra en el Liceo y no se la sacó nunca más. Es el hijo bobo pero, como todo bobo, oportunista y peligroso.

2 comentarios:

  1. No se confunda: a este hijo bobo no lo dejò Alfonsìn. Lo comprò Kirchner (Alfonso apoyò a Lavagna)

    ResponderBorrar
  2. No se cofunda usted tampoco, amigo. Cleto es un traidor consuetudinario. Primero traicionó a su partido, y luego al proyecto que lo hizo vicepresienciable. Ya convertido en "prócer",fue a pedirle consejos al Padre de la Democracia, cuyo cadáver utilizó posteriormente en la petit campaña de la semana pasada. Ergo, el último padre de la criatura ha sido Alfonso. Si quiere, podríamos hablar de "tenencia compartida".

    ResponderBorrar

Volvemos a dejar libre la posibilidad de comentarios. Estuvimos obligados a moderarlos por la cantidad de trolls que intentaban desvirtuar el debate. Pero bueno, preferimos que sean ustedes mismos los que, coincidan con nosotros o no, pero perticipan de buena leche; quienes ignoren a los tontos o maquinas de ensuciar, hasta que eliminemos su mugre.