domingo, 21 de mayo de 2017

HAY FLACOS Y FLACOS...

Me rompí el orto para que ganara Scioli. Resistí al "gato" siempre. Fui, soy y seré Peronista hasta el "cajón", y por eso banque y banco los 12 años de gobierno PERONISTA... ¿Vos que hiciste compañero Randazzo después de tu ataque de ombliguismo tilingo?... ¿Militaste para que ganara Scioli?.. ¿Militaste contra este gobierno oligarca? ¿Te jugaste el cuero sin pensar en "tres tapas en tu contra de Clarín"?... ¿Querés ir a las PASO?... VAMOS!. Pero si perdes, ¿te vas de nuevo a Chivilicoy o acompañas a los que ganen?... Si respetas los códigos del Peronismo, en lo personal te considero Peronista, me olvido de tu error del 2015. Y si no es así, serás el responsable de una nueva derrota. TODOS UNIDOS TRIUNFAREMOS... SIEMPRE QUE SEA PERÓN y no neo-menemismo. 
Chino Navarro también va para vos (PI-DUHALDISTA-KIRCHNERISTA-NUNCAPERONISTA)

viernes, 19 de mayo de 2017

El Asilo Político de Los Caniches de Perón.




Extracto del libro "Espérenme que ya vuelvo" de Teodoro Boot

Fracasada la rebelión de Valle el Suboficial Mayor López fue el anteúltimo en pedir asilo en la embajada de Haití. Se cuadró frente al embajador.

 –Soy suboficial mayor del glorioso ejército argentino. Presté servicios a órdenes directas del general Perón como encargado del destacamento militar de la residencia presidencial.

–Sí, sí –asintió el doctor Brierre–, pero ¿esto?

–Ah –exclamó López dando un tirón a las correas con las que sujetaba a dos pequeños e inquietos caniches. -Son Picha y Canela. El General los debe estar extrañando un montón-

El poeta embajador no entendía qué debía hacer con los perros.

–Ellos también tienen derecho al asilo político –insistió López.

Jean Fernand Brierre era un político, intelectual y diplomático pero no entendía que un suboficial mayor del ejército argentino pedía asilo político para dos perros caniche.

La raza es lo de menos, pensó el doctor Brierre, procurando librarse del menor atisbo de discriminación, mientras trataba de recordar si algún tratado internacional contemplaba una situación semejante.

–Mi país le puede dar asilo político –atinó a decir el doctor Brierre mientras en el franco rostro de López se dibujaba una sonrisa de alivio–… a usted, pero los perros…

–¿Usted no tiene chicos? –preguntó sorpresivamente el suboficial mayor López.

-¿Chicos?-

–Sí, hijos chicos.

–Ah –comprendió el embajador Brierre–. Sí, tres.

–Los perritos son macanudos, ideales para que jueguen los chicos –dijo López con aire de vendedor de tienda–. Además, están muy bien educados. Imagínese, si son del General…

–Pero el derecho de asilo…

–¡Son los caniches del General! –exclamó López–. Si los descubren los gorilas seguro que los fusilan.

El embajador se detuvo, sorprendido. Ese hombre debía estar en lo cierto: un gobierno que fusilaba músicos, carpinteros, colectiveros, ferroviarios y electricistas, era perfectamente capaz de fusilar perros.

–Pase, que le voy a tomar los datos –dijo. Y ante la mirada interrogativa de López, agregó –: Ellos también.

Al día siguiente el doctor Brierre se trasladó a la Cancillería a informar formalmente el otorgamiento de asilo a los refugiados en la embajada, aunque absteniéndose de mencionar a Picha y Canela.

Cuando el 19 de julio el embajador abandonaba definitivamente nuestro país declarado "persona no grata" por el gobierno de Aramburu y Rojas, el socialista Américo Ghioldi que durante dos meses fustigó al poeta haitiano desde las páginas de La Vanguardia anunció exultante que “a los argentinos libres no les sienta bien la presencia del embajador Brierre, cuyas actividades y juicios peronistas hemos puntualizado en un comentario reciente. De modo pues que todos saldremos ganando con el viaje del embajador”.

Pocos días después, un sonriente suboficial López recibía en Caracas a Picha y Canela, los caniches del General. Los había llevado personalmente el doctor Brierre. López abrazó efusivamente al embajador.

–No sabe lo agradecido que le estoy –con lágrimas en los ojos, López se cuadró–. La República de Haití, a la que le debo la vida, puede contar conmigo en cualquier circunstancia. Doctor Brierre, desde ya, estoy a su disposición.

Por un momento, Jean Brierre pensó si la experiencia del suboficial argentino no sería valiosa para el pueblo haitiano, empeñado en una nueva lucha contra una nueva dictadura. Pero desechó la idea rápidamente y se despidió de López, a quien ya no volvería a ver. –Dele mis saludos al presidente Perón –dijo Brierre.

Luego López contó:

"Cuando los llevamos al fin al departamento del General en Caracas, le abrimos la puerta un poquito y largamos a los perritos. Le caían los lagrimones al Viejo, pero los desgraciados no le llevaron el apunte, porque se habían acostumbrado a mí, que los cuidé por mucho tiempo, y se venían conmigo. Después, el general los mandó a pelar, a peinar".

Los perritos bandidos se reencontraron por fin con el Líder, que alivió un poco la pena del exilio.

La perrita Picha falleció en Santo Domingo, donde Perón debería refugiarse luego de verse obligado a escapar de Caracas. Perón pidió una pala y en el jardín del hotel, al pie de un árbol, cavó un pequeño hoyo, depositó el cuerpo de la perrita, lo cubrió de tierra y la sembró con semillas de flores argentinas que el periodista Américo Barrios le había llevado desde Buenos Aires.

Eran, ellos también, sobrevivientes de los fusilamientos del odio gorila. Jean Brierre salvó a 9 peronistas: los siete asilados y los dos perritos. Gloria eterna para él.

jueves, 11 de mayo de 2017

El Cura de los villeros




Un día como hoy, en el año 1974, la tripleA asesinaba al Curita de los pobres Carlos Mugica.

miércoles, 10 de mayo de 2017

GRACIAS NESTOR!



El 29 de Mayo de 2006, Día del Ejército y frente a ellos les dijo:

“Como presidente de la Nación no tengo miedo ni les tengo miedo”

“Queremos al Ejército de San Martín, Belgrano, Savio y Mosconi, y no de aquellos que asesinaron a sus propios hermanos, que fueron el ejército de Videla, Galtieri, Viola y Bignone.” 

Hoy en la Plaza de Mayo y en todas las plazas del País les mostramos a los civiles cómplices de la dictadura lo que Nestor nos enseñó

martes, 9 de mayo de 2017

MIERCOLES 10 DE MAYO A LAS 18 HS



Tenes familiares, compañeros, amigos asesinados, desaparecidos. Fuiste joven y te sentías en peligro solo por serlo. Eras madre, padre, abuela, familiar y sentías miedo por tus seres queridos. No sabías que pasaba y con el tiempo te invadió el dolor, la indignación, la sorpresa por todo lo que paso. 

En nuestro querido país sufrimos un genocidio. Hubo argentinos que violaron todos los derechos humanos contra otros argentinos. Con mucho esfuerzo logramos condenarlos con todas las garantías en juicio. Son genocidas, cometieron delitos de lesa humanidad. 

Por nuestra dignidad, para ser mejores, no podemos permitir que queden en libertad. Aca no hay grieta que valga. Lo que no se condena con la ley, vuelve a repetirse. 

MIERCOLES 10 DE MAYO A LAS 18 HS. JUNTEMONOS EN PLAZA DE MAYO Y EN TODAS LAS PLAZAS DEL PAIS. 

NUNCA MAS!

lunes, 1 de mayo de 2017

“Los derechos del trabajador” [24 de febrero de 1947]




El Presidente de la Nación Argentina haciéndose interprete de los anhelos de justicia social que alientan los pueblos y teniendo en cuenta que los derechos derivados del trabajo, al igual que las libertades individuales, constituyen atributos naturales, inalienables e imprescriptibles de la personalidad humana, cuyo desconocimiento o agravio es causal de antagonismos, luchas y malestares sociales considera necesario y oportuno enunciarlos mediante una declaración expresa, a fin de que, en el presente y en el futuro, sirva de norma para orientar la acción de los individuos y de los poderes públicos, dirigida a elevar la cultura social, dignificar el trabajo y humanizar el capital, como la mejor forma de establecer el equilibrio entre las fuerzas concurrentes de la economía y de afianzar, en un nuevo ordenamiento jurídico, los principios que inspiran la legislación social. Por ello, y de acuerdo con estos propósitos y fines, formula solemnemente la siguiente declaración: 

I. Derecho de trabajar 
El trabajo es el medio indispensable para satisfacer las necesidades espirituales y materiales del individuo y de la comunidad, la causa de todas las conquistas de la civilización y el fundamento de la prosperidad general; de ahí que el derecho de trabajar debe ser protegido por la sociedad, considerándolo con la dignidad que merece y proveyendo ocupación a quien la necesite. 

II. Derecho a una retribución justa 
Siendo la riqueza, la renta y el interés del capital fruto exclusivo de trabajo humano, la comunidad debe organizar y reactivar la fuente de producción en forma de posibilitar y garantizar al trabajador una retribución moral y material que satisfaga sus necesidades vitales y sea compensatoria del rendimiento obtenido y del esfuerzo realizado. 

III. Derecho a la capacitación 
El mejoramiento de la condición humana y la preeminencia de los valores del espíritu, imponen la necesidad de propiciar la elevación de la cultura y de la aptitud profesional, procurando que todas las inteligencias puedan orientarse hacia todas las direcciones del conocimiento, e incumbe a las sociedades estimular el esfuerzo individual proporcionando los medios para que, en igualdad de oportunidades, todo individuo puede ejercitar el derecho a aprender y perfeccionarse. 

IV. Derecho a condiciones dignas de trabajo 
La consideración debida al ser humano, la importancia que el trabajo reviste como función social y recíproco entre los factores concurrentes de la producción, consagran el derecho de los individuos a exigir condiciones dignas y justas para el desarrollo de su actividad y la obligación de la sociedad de velar por la estricta observancia de los preceptos que las constituyen y reglamentan. 

V. Derecho a la preservación de la salud 
El cuidado de la salud física y moral de los individuos debe ser una preocupación primordial y constante de la sociedad a la que corresponde velar para que el régimen de trabajo reúna los requisitos adecuados de higiene y seguridad, no exceda las posibilidades normales de esfuerzo y posibilite la debida oportunidad de recuperación por el reposo. 

VI. Derecho al bienestar 
El derecho de los trabajadores al bienestar, cuya expresión mínima se concreta en la posibilidad de disponer de vivienda, indumentaria y alimentación adecuadas, de satisfacer sin angustias sus necesidades y las de sus familias en forma que les permita trabajar con satisfacción, descansar libres de preocupaciones y gozar desmesuradamente de expansiones espirituales y materiales, impone la necesidad social de elevar el nivel de vida y de trabajo con los recursos directos e indirectos que permita el desenvolvimiento económico. 

VII. Derecho a la seguridad social 
El derecho de los individuos a ser amparados en los casos de disminución, suspensión o pérdida de su capacidad para el trabajo, promueve la obligación de la sociedad de tomar unilateralmente a su cargo las prestaciones correspondientes o de promover regímenes de mutua obligatoria destinados, unos y otros, a cubrir o complementar las insuficiencias o inaptitudes propias de ciertos periodos de la vida o las que resulten de infortunios provenientes de riesgos eventuales. 

VIII. Derecho a la protección de la familia 
La protección de la familia responde a un natural designio del individuo desde que en ella genera sus más elevados sentimientos afectivos y todo empeño tendiente a su bienestar debe ser estimulado y favorecido por la comunidad como el medio más indicado de propender el mejoramiento del género humano y a la consolidación de principios espirituales y morales que constituyen la esencia de la convivencia social. 

IX. Derecho al mejoramiento económico 
La capacidad productora y el empeño de superación hallan un natural incentivo en las posibilidades del mejoramiento económico, por lo que la sociedad debe apoyar y favorecer las iniciativas de los individuos tendientes a ese fin y estimular las formación y utilización de capitales en cuanto constituyen elementos activos de la producción y contribuyan a la prosperidad general. 

X. Derecho a la defensa de los intereses profesionales 
El derecho de agremiarse libremente y de participar en otras actividades lícitas tendientes a la defensa de los intereses profesionales constituyen atribuciones esenciales de los trabajadores que la sociedad debe respetar y proteger, asegurando su libre ejercicio y reprimiendo todo acto que pueda dificultarlo o impedirlo. 

JUAN DOMINGO PERÓN