domingo, 6 de septiembre de 2020

ANOCHE EN MI GUARDIA...

 

Roberto Salinas. 
Municipales de Capital (SUTECBA)


"Sentí la necesidad de ayudar a morir a alguien que no conocía. 
NO, "No la maté". Y no murió en mi turno, sólo me tomé unos minutos y le acaricié el cabello, de inmediato su expresión de dolor cambio, jadeando aún con oxígeno a tope. 
Casi inconsciente acurrucó su mejilla en mi mano, como "refugiándose" , le dije "-Duérmete. No estás solita, te estamos cuidando!" 

La deje unos minutos recargarse en la palma de mi mano , y con la derecha le acomode la máscara y le seguí acariciando el cabello. Su respiración empezó a relajarse y a bajar. Hizo un gesto de alivio muy enternecedor apegándose más a mi mano y se quedó dormida sintiéndose acompañada. 

Cuando me fui coloqué un rollito de sábana con cuidado de no despertarla para sustituir mi mano en su mejilla. Sé que ya eran sus últimas horas, pero al menos me voy tranquila sabiendo que se fue apagando en paz . No hay medicamento que alivie el dolor emocional de un moribundo. 

Nada puede sustituir un minuto de calidez humana para quien ya no le queda nada más que unas horas o unos minutos , y que por causa del COVID y el aislamiento estricto ese último instante se está viviendo en soledad, lejos de sus seres queridos. 

No siempre hay tiempo, no siempre se puede, pero cuando se pueda, hagamos que todo este encierro no sea en vano. Cuando la medicina y el cuerpo ya dieron todo lo que tenían que dar, nuestra presencia es lo único que tienen. Me siento esperanzada." 

(Gran gesto de una colega)

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