En el día Internacional de la mujer los caniches queremos contar la historia de Martina Chapanay, como homenaje a todas las mujeres de nuestra patria que lucharon por el ideal de una Nación Justa, Libre y Soberana.
A las Compañeras Militantes y sobre todo a nuestra Caniche hembra, que no será la Martina pero se las trae.
Feliz día y un abrazo Peronista para todas.
Hija de un Cacique Huerpe y una madre Huinca, Martina Chapanay es hoy un mito , una Santa Popular, que supo como bandolera robar y repartir entre los más pobres y como montonera luchar con valor y grandes ovarios al lado del Chacho Peñaloza, Facundo Quiroga y Felipe Varela, luego de haber integrado el ejercito del Gral. San Martín.
De tez oscura y largos cabellos, ya mujercita una tarde su padre la llevo al taller de un platero Huerpe para que eligiese aros y collares, la Martina no los quizo y a cambio prefirió unas piedras para bolear, su madre le reprocho esa actitud a lo que Martina contestó: "Madre yo aprecio la intención de mi Padre, pero no son collares y aros lo que ambiciono en la vida. No nací para embellecerme ni para ser adorno de nadie, ni creo que vaya a pertenecerle a nadie. No tengo hígados para estar atada".
Eran tiempos en que el Gral. San Martín llegó a Mendoza a crear el Ejercito de los Andes. Los paisanos y los indios supieron por los chasquis que ese criollo llegado de España estaba juntando hombres para la patriada, los dos hermanos más jóvenes de Martina se anotaron. Su batalla fue la de Chacabuco y allí ofrecieron su sangre joven por la tierra que querían libre.
Martina y su hermano menor se hicieron cargo de la casa y como chasquis iban pueblo por pueblo vendiendo mercaderías, la morocha seducía y vendía, siempre algún varón quedaba prendao de sus dones, pero ella prefería el coqueteo y el regateo antes de entregarse a amores pasajeros. Siempre con la oreja puesta en ese Gral. San Martín con sus Granaderos liberando Chile y Perú, mientras en Buenos Aires cundía el descontento del pueblo contra las autoridades, que tampoco se entendían con ese otro País que era el interior.
En esos viajes Martina conoció a un lugarteniente de Facudo Quiroga, se llamaba Agustín Palacios y andaba levantando gente para la montonera. Con él estallo un romance que terminaría en matrimonio, este fue el inicio de Martina en una vida errante y peligrosa, pertenecer junto a Palacios y al grupo de hombres que había juntado, a una fuerza que dependía del Tigre de los llanos. La Martina no se conformó con las tareas de retaguardia y muy pronto se puso a luchar en el frente de batalla junto a su hombre y toda la montonera.
Facundo Quiroga vio en un combate contra Lamadrid, como esta pareja se complementaba en la lucha, cuidándose del remolino de sablazos que caían de ambos flancos y atacando combinadamente, al finalizar el combate en una victoria contundente, Quiroga los felicitó y dispuso que Martina pelearía de ahí en más en la vanguardia.
Así siguieron peleando durante mucho tiempo al lado de Quiroga, la lucha entre Federales y Unitarios se haría más encarnizada luego del fusilamiento de Dorrego. En una de esas batallas pierde la vida su compañero Palacios y esto significa un golpe muy duro en la vida de Martina, ella termina abandonando la montonera y queda sola, vagabunda y errante. Al tiempo se une a una banda de asaltantes de caminos, no le quedaba otra posibilidad, toda su familia había muerto un tiempo antes que su hombre, quedó sin casa, sin su gente, sin alguien a quien amar y sin causa porque luchar, Quiroga había licenciado a todo su ejercito.
Ahora había aprendido a robar y huir escapando de las autoridades y de los remordimientos. De lo robado ella repartía la mitad entre viudas de la guerra y sus hijos, la otra mitad entre sus complices. Hasta que la autoridad siempre defensora de los ricos que ella desvalijaba comenzó a perseguirla. Ella se metió en lo más profundo del monte, levantó un rancho, juntó los mejores caballos y se rodeó de perros, vivió de la casa y de la pesca y cada tanto bajaba a algún pueblo a cambiar sus productos por alcohol, tabaco y algunas herramienta, siempre con un oído puesto en lo que hacían los políticos de Buenos Aires ignorando al interior.
Tuvo otros hombres en su vida, pero los abandonaba apenas querían marcarle el territorio, nada le resultaba más emocionate que la libertad de hacer lo que su cuerpo le pedía.
El tema de la Patria la tenia preocupada, desde que escuchó esa palabra se sentía acollarada con la muerte, la miseria y las guerras.
Se sintió atraída por la propuesta de Chacho Peñaloza, que a estas alturas era casi una leyenda. Para tenerlo vigilado los de Buenos Aires lo habían nombrado general, pero el seguía reclutando hombres, sabía que los porteños no habían perdido sus mañas. A la muerte de Quiroga, La Rioja siguió peleando por el federalismo y ella se unió una vez más a la montonera. Martina hizo buenas relaciones con Victoria Romero la mujer del Chacho.
Le siguieron épocas de pactos y de no cumplimientos, hasta que Sarmiento llega a la presidencia y decide terminar con las montoneras. A Peñaloza lo matan vilmente y según se dijo para apaciguar se ofrecieron perdones y sueldos a los cabecillas montoneros, a Martina hasta Sargento la nombraron, para tenerla quieta.En la guarnición donde prestó servicios por un tiempo, estaba destinado uno de los oficiales que había sido parte del grupo que asesinó al Chacho, ella apenas lo cruzó lo batió a duelo, el hombre muerto de miedo se descompuso y se alejó del lugar para siempre. Entonces Severo Chumbita otro montonero relacionado con Felipe Varela entro en su vida, habían peleado por los mismos ideales y en los mismos campos, el la sabía arrojada, valiente hasta la temeridad y generosa con los que sufrieron guerras, miserias y crueldades. La había admirado como a un raro guerrero, como a un salvaje jaguar de la montaña.
Fue breve aquella última llamarada de amor, aquel resplandor que por un momento ilumino su vida como un atardecer tras la montaña. Con el volvió a sentirse joven y a pensar en ayudar a las viudas y a los gauchitos de la guerras.
Martina solía construir pequeños refugios donde los viajeros pudieran descansar, dejándoles cantaros de agua, allí donde el liquido era un lujo o un espejismo.
La guerra de Paraguay significó más crueldades para el pobrerío que era llevado a la fuerza y muchas veces encadenado al frente de batalla, muchos para escaparle a este destino se unieron Felipe Varela y otra vez a seguir peleando, mientras Urquiza se llenaba de oro vendiendo al Ejercito Nacional.
Felipe Varela acorralado tuvo que exiliarse en Chile y la gente quedó en completa orfandad. Chumbita tuvo que hacer otro tanto pues su cabeza tenía precio, a la leona de la sierra la vieron cazando para subsistir. Fue desapareciendo en la bruma del paisaje, y sus hazañas comenzaron a contarse en cuanto fogón de gaucho hubiese.
La tradición cuenta que fueron más los que rezaron por ella, que los que la maldijeron. Hasta el último de sus días vivió fiel a sus sueños y dueña de su destino. La conocieron todos los caminos, las postas, las pulperías y todas las ciudades que se iban alzando en medio de las guerras. No hubo rancho sumido en la miseria, en que sus ocupante no recibieran alguna ayuda de ella, ni prófugo que no encontrara refugio en su escondite.
Martina, la rebelde, la montonera, la arriera, la samaritana, la bandolera, varias mujeres en una y una gran pasión: ser libre.
Gracias Compañero Caniche! Grandes historias de grandes mujeres que escribieron la Historia ayer y hoy. Sólo escribo para agregar que, ademas, hoy es aniversario de Juana Azurduy, libertadora de Bolivia y (va por mi) de la Argentina. Qué viva la Linea Nacional Femenina! Viva Juana Azurduy, Encarnacion y Josefa Ezcurra, Martina Chapanay, Victoria Romero, Eva Peron y nuestra presidenta Cristina Kirchner!!! Flores y bombones peronistas a todas las compañeras!!!
ResponderBorrarY Macacha Guemes, y Remedios del Valle Rosas y tantas y tantas otras mujeres criollas, negras, indias, todas americanas y de Ovarios bien patriotas!
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