Ese 24 de Marzo del 2004 te subiste al escenario y pediste perdón en nombre del Estado. Las Madres, Las Abuelas, los hijos y nietos con sus almas heridas por el terror, a vos si te perdonaron. La Esma y sus fantasmas fueron solo testigos hasta que dijiste: "son asesinos". Y ya no fue lo mismo. La memoria, la verdad, la justicia los ponía en su lugar: CULPABLES DE GENOCIDIO.
Tus manos amasaban, apretaban el atril, como un bebe aprieta y amasa la teta de su madre. Nunca un hombre se puso el pañuelo blanco, pero vos tenias todos puestos. Ese día te convertiste en pañuelo, el único pañuelo con el nombre de un compañero vivo.
¿Cuantas imágenes habrán pasado por tu cabeza mientras hablabas?
¿Eras vos? O solo le pusiste tu voz a las rondas, a las siluetas, a las fotos, a los sueños, a las madres, a las abuelas, a los hijos y nietos, a los compañeros.
Esas manos en alto, los abrazos, las lágrimas, las sonrisas. Todo decía: "ahora si".
Ese día nos fuimos sabiéndonos distintos, había algo que ya no angustiaba, nos dibujaste a cada uno esa sonrisa que habíamos perdido, que nos habían robado cuando se llevaron a los nuestros.
Hombre reparador que viniste del sur, se acababa la escondida y gritaste:
¡PIEDRA LIBRE PARA TODOS LOS COMPAÑEROS!
El Chino
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