"YO TAMBIÉN FUI MONTONERO"

Queridos Caniches, permítasenos esbozar un aguafuerte en torno de la figura de un LUCHADOR del MOVIMIENTO PERONISTA. Militante heroico y rugbier en los 70, funcionario desvelado por la pobreza en los 90 y, ya en este controvertido tercer milenio, vocero del Cabezón Duhalde –el bañero más loco del mundo, único en su especie y célebre por tirar más de un salvavidas de plomo, o en ocasiones simplemente el plomo–en las postrimerías de la PATRIA REMISERA. Nos referimos a EDUARDITO AMADEO, quien alguna vez, en un reportaje realizado por el cagatintas / bon vivant Jorge Lanata, declaró haber pertenecido a la organización MONTONEROS en la década del 70. “Jorge, ¿usted qué cree? Yo también fui montonero en aquellos años” espetó Amadeo ante las cámaras de América 2 y frente a un atribulado Lanata que no daba crédito a lo que acababa de escuchar, sospechando haber sido víctima de alguna cámara oculta de Nicolás Mancera.

Puestos a investigar sobre esta “perlita” justicialista, los Caniches de Perón nos remitimos a fuentes confiables, entre ellas un viejo perro de taller mecánico que tenía el mal hábito de orinar diariamente sobre la Columna Norte. El can en cuestión ha echado luz sobre nuestra ignorancia acerca del periplo militar de Amadeo, nuestro KAMIKAZE DE LA HORQUETA. Cuenta el cuadrúpedo septuagenario que Amadeo dio sus primeras señales guerrilleras a mediados de los 60, cuando –aún púber– intentó convencer a uno de los jardineros de la familia para que untara su cuerpo con aloé vera luego de cada jornada laboral.

Pero EL GRAN SALTO de Eduardo se produjo circa 1973, en un sitio emblemático para todos los peronistas: la heladería Vía Flaminia de Acassuso, sobre Avenida Del Libertador. Resuelto a todo, Amadeo se dirigió al ice-cream shop con un jean Levi’s de segunda selección y una remera marca Gatopardo. Ante la atónita mirada de rugbiers y niñas de buena cuna, no dudó en señalar la falla del pantalón con su dedo índice, al grito de “Sí, es OUTLET, ¿y qué?”. No conforme con este desmadre, trepó su Gilera Macho y se dirigió a la confitería del Jockey Club para vociferar “Canallas!! ¿Por qué no incluye ALMÓNDIGAS el menú?”. Lo que se dice un verdadero talibán…

Años después, con mucho menos pelo, un considerable activo en su cuenta bancaria y enmaridado con una ex condesa polaca, Eduardito se dedicó a fomentar la autoestima de los pobres desde la Secretaría de Desarrollo Social de la Nación, cargo en el que lo sucedería Ramón Palito Ortega, el a la postre despechado “Bombita Rodríguez” menemista. “Nosotros trabajamos evitando que las carencias materiales produzcan una destrucción de la autoestima que desemboque en la marginalidad”, predicaba en aquella época Amadeo, ya en fase de “descanso del guerrero”.

Aún más, por aquel entonces se animó a “pronosticar” que la caída de gente fuera del sistema sería inevitable: “Algunos caerán con mayor velocidad, y otros, los que tengan una mejor formación profesional, caerán más lentamente, como en un paracaídas. La noticia es que en definitiva todos caerán socialmente de un modo u otro. Y lo bueno es que yo podré verlos caer a todos por Discovery Channel, con un buen vaso de Jack Daniels en la mano”.

Un ¡hurra! para este mártir de aquella juventud maravillosa, que hoy, despojado de toda estridencia terrenal, dedica su vida a la aromaterapia revolucionaria en Punta del Este.

Puchi & Canela

Los Caniches de Perón