Actuales neopopulismos latinoamericanos y populismos previos
“Los diferencia la situación del capitalismo a nivel internacional: hoy no estamos ante la posibilidad fuerte de constitución de burguesías nacionales en Latinoamérica ni ante una clase obrera tan organizada como la que el primer peronismo cohesionó en Argentina. El neoliberalismo dejó enormes espacios sociales de desocupación y marginalidad, que el neopopulismo recupera como base social propia. También dejó crisis institucionales cuasi terminales del sistema político –la guerra del agua en Bolivia, la caída de Mahuad tras la toma de Quito en Ecuador, el Caracazo en Venezuela, el 2001 en Argentina–, y de ahí se salió gracias al peso del poder político que ejerce el neopopulismo. Estas diferencias redundaron, también, en una mayor radicalización de los neopopulismos actuales hacia la izquierda, respecto de sus predecesores. Por ejemplo, en políticas como la defensa de los derechos humanos, o la asunción del capitalismo hegemónico como el único gran adversario a enfrentar, en vez de la añeja “tercera posición” también antisoviética.”
Las experiencias “neopopulistas” son más democráticas que las democracias parlamentarias o las democracias liberales
“La democracia neopopulista es incluyente de ‘la plebe’, de los de abajo, de los marginados del sistema institucional liberal, un sistema que para considerar a alguien como “ciudadano” necesita asignarle competencias de escritura y formalidades ilustradas que los sectores pauperizados de Latinoamérica no tienen. La llamada democracia liberal tiene poco de democrática en tiempos de globalización. Es simplemente la fachada gestional de las políticas del gran capital internacional. Al no concentrar poder político y sostenerse en un pluralismo chirle y formalista, simplemente se somete a los poderes dominantes y convierte a la política en esclava de los poderes fácticos. Entonces no extraña que, en gran parte, los republicanos sean –como se ve claramente en Argentina, Ecuador o Venezuela– los mismos que apoyaron golpes de Estado en nombre del orden, los que mantienen las mismas políticas económicas privatistas que aplicaron esas dictaduras y los que hacen una política exterior antirregional, genuflexa y dependiente del poder imperial, sobre todo del estadounidense.”
Tensiones entre gobiernos y grupos mediáticos
“El mundo mediático, principalmente el televisivo, convierte un acontecimiento en agenda absoluta; es decir, al salir en todas las emisoras a la vez, hay hechos que alcanzan una magnitud de presencia pública impensable en tiempos anteriores. De cualquier modo, el líder populista no se hace en la TV , basta ver el caso de Néstor Kirchner, muy renuente a la televisión. El cara a cara del líder con el pueblo es en la calle, en la plaza, es físico y está ganado por la presencia de lo simbólico y lo carismático, contra los estilos de la política liberal, que carece de contenidos motivacionales y emocionales importantes. Por supuesto que la presencia de los pobres, los desclasados, los desheredados, los ‘cabecita negra’ en la calle, molesta a las conciencias ilustradas y a las clases altas y parte de las clases medias. Por eso su reacción, acicateada desde los intereses que son tocados por la política neopopulista, porque ésta no se limita a administrar, produce poder y logra redistribución social de bienes y servicios, a la vez que mejoras democráticas impensables para muchos republicanos, como la ley de medios en Argentina o los derechos establecidos en las Constituyentes de Ecuador o Bolivia.”
Particularidades del caso argentino
“Siempre digo que los argentinos que dicen estar con Chávez y Evo pero contra los Kirchner lo dicen porque no toleran las impurezas de cualquier realidad política. Conozco bien Ecuador y también Venezuela y estoy seguro de que si vivieran allá estas personas serían kirchneristas y antichavistas. Porque más allá de las diferencias retóricas –‘socialismo del siglo XXI’, de lo cual no se habla acá–, el parecido de los modelos es enorme. Incluso en las falencias y limitaciones que tienen estos procesos. No en vano los presidentes han sido muy cercanos entre sí, y nadie puede creer que estas afinidades se basan en desinformación. De cualquier modo, si en algún momento parecía claro que Correa o Chávez tenían mucha más radicalidad que los Kirchner, hoy eso es muy discutible –la ley de medios argentina es mucho más pluralista y descentralizadora del poder mediático que la propuesta ecuatoriana–” (…)
Relación entre “neopopulismos” y campo intelectual
“La mayoría de los intelectuales son platónicos. Prefieren la coherencia interna en la comodidad subjetiva de su propia ideología, que las contradicciones y dificultades de abrazar realidades políticas, con sus espinas y sus asperezas e imperfecciones. Por tanto, para muchos intelectuales la mejor política es aquella de la que se habla, pero nunca se hace. Y se habla sin saber, porque la política jamás es una extensión directa ni de las propias intenciones ni de las nociones teóricas. Por eso, y por ser “ilustrados”, muchos intelectuales detestan al populismo, como extensión de su habitus de clase –alta o media–, para la cual los de abajo encarnan la grosería, la vulgaridad, la renuncia al pensamiento y a los libros, así como a la elegancia de los esquemas puros. Por suerte, siempre han existido excepciones, y desde los Jauretche o los William Cooke en Argentina a los Lander o Lanz en Venezuela, hay quienes se sustraen a estos modelos de abdicación frente a la realidad. (…)”
La polarización política no está debilitando el pensamiento crítico
“El espíritu se templa en el conflicto, los tiempos de vaguedad política o de facilidad en oponerse a todo no son de crecimiento, sino de un forzado consenso. Ahora se pone a prueba quién es el que se juega en la calle, quién se banca el paseo por el desierto que fue durante años ser kirchnerista, quién prefiere una ruptura con el que piensa diferente a una connivencia para ganar el viaje a un congreso académico. El espíritu crítico debe mostrarse capaz de jugarse por la positiva cuando corresponde, no debiera avergonzarse de ser oficialista ante las modas oposicionistas y antipolíticas dominantes en el mundo académico. Por supuesto que ese oficialismo deberá ser filoso en la crítica a la derecha, pero también hacia los errores del propio bando. Pero éstos no deberán ventilarse en Clarín o en La Nación , ciertamente, que ya bastante corren el bastón en su propio favor.”
Integración regional
“Por cierto que hay relación, esta integración no es casual. Es cierto que el caso de Brasil es ambiguo, pues tiene pocas características populistas y tiene más bien rasgos liberales. Pero como potencia geopolítica regional, para Brasil su liderazgo es importante, y para eso requiere de procesos de integración. También son decisivos para Venezuela desde su perspectiva bolivariana, y para Argentina, en su intención de formar un bloque autónomo frente a las grandes potencias. El gran resultado de todo esto es la vigencia de la Unasur , cuyo valor para enfrentar intentos de golpes de Estado derechistas en la región se ha demostrado extraordinario.”
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