A 40 AÑOS DEL "ALUNIZADOR FRACASADO"

Una parte de la historia dice que hace exactamente 40 años, el 20 de julio de 1969, en plena “guerra fría”, los astronautas Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins llegaron a la Luna. De los tres, sólo Armstrong y Aldrin lograron pisar la polvorienta superficie lunar. Plantaron la banderita rebosante de barras y estrellas, instalaron equipos científicos y pusieron la placa “Vinimos en paz en nombre de la humanidad”, mientras Nixon los felicitaba vía satélite y el mundo los veía en blanco y negro por TV. Los tipos estuvieron doce horas saltando como canguros, recogiendo muestras y sacando fotos. Creemos que Collins debería estar reventándose la cabeza contra las paredes del módulo, mientras Breznev hacía lo propio en algún rincón del Kremlin.

Pero, como todos sabemos, la historia la escriben siempre los que ganan. Contaba el Polaco Goyeneche que su tío, don Amadeo Caramanna, solía decirle: “¿Vos te creés que es verdad eso de que llegaron a la Luna? ¿Vos te subís al techo con una escoba y la tocás a la Luna? ¡Eso es todo propaganda norteamericana!". Sea como fuere, de toda la parafernalia espacial, Los Caniches reivindicamos únicamente a la Perra Laika. Igualmente, aprovechamos la ocasión para dejarles esta joyita de un amigo, el Bebe Risso, escrita hace unos veinte años en la revista "Copete Duro": una entrevista ficticia a Collins o “el alunizador fracasado”.

REPORTAJE AL ASTRONAUTA COLLINS O “EL ALUNIZADOR FRACASADO”

-¿Cómo es la Luna?
-Mucho más grande de lo que desde aquí se ve, aunque el panorama estaba seriamente perturbado por la cantidad de gases atmosféricos, y la velocidad orbital desdibujaba todo. Aparte, escogimos justo su lado oscuro… Además, amigo, como es de público conocimiento, yo permanecí todo el tiempo en el interior de la aeronave, y desde allí sólo alcancé a ver un cordón de humeantes colinas grisáceas cuyo nombre científico es “rugosidades lunares”. Para darse una idea, piense en la textura del chocolate en rama.
-¿Por qué fue usted quien se quedó en la nave?
-¡Ni me haga acordar! He quedado convertido en el hazmerreír del Cosmos. ¿Pero vaya si estuve cerca..! Tan sólo a 100 metros del mágnum Nectaris: casi llegué a rozar la colina mayor, que es parte del acceso al Cráter Sacrobosco. Había niebla, y la velocidad orbital nos mareaba un poco.
-No ha respondido a mi pregunta…-Bueno… en el interior de la cápsula decidimos dejar librado a la suerte nuestro destino, y resultó que Armstrong, el comandante de la nave, me jugó una mala pasada. Tiró una moneda al aire, que por efecto de la escasa gravedad quedó suspendida en el ángulo izquierdo del cuadro de mandos. Al abrir su guante de aluminio tenía otra, previamente acomodada, la cual decidía mi reclusión en órbita. De los tres pilotos era yo quien debía quedarse girando como una estúpida sonda espacial.

-¿Cómo los veía desde allí dentro?
-Como asquerosos fotones o granos de luz. Imagínese, hasta Lincoln se reía de mí desde la moneda que giraba alrededor del periscopio. Hubiese preferido aislarme para siempre en alguna estrella enana. Deseaba que por lo menos uno de ellos se resbalase… un tropiezo allí puede ser un viaje sin retorno. En fin, las viseras de sus cascos se movían lentas en la sombra. Si al menos hubiesen perdido el respiradero portátil…

-¿Cuál es su mensaje para la humanidad?
-Me vengaré de todos, de ellos y de las nuevas generaciones. En cuanto a sus mujeres, morirán de elefantiasis (enfermedad milenaria, de cuya relación con la infidelidad ya hablaba el Código de Manú). Les mentiré a mis nietos, les hablaré de la Luna como si la hubiera pisado.

Caniche Pipo