Los Caniches estamos tristes, se nos fue para el Olimpo Peronista el "Canario" Luna. Hace años que nos acompañaba en cada asado a la hora de ladrarle a la luna. Un canario y una runfla de Caniches, bien chupados, cantando desde los agujeritos del alma. Esta noche te vamos a acompañar en tu primera "curda" allá arriba. Qué lindo va a estar eso, con el Gordo Troilo, el Carpo Napolitano, El Polaco, Don Alfredo, Carlitos, Miguelito Abuelo... imaginate al General y a la Compañera Evita en primera fila. Qué lo parió, una panzada para el Negro Fontanarrosa.
Nos vemos esta noche, "Canario"...
El Caniche Chino
POR DIOS, NO LE MANDEN FLORES
“El día que yo me muera/ por Dios no me manden flores/ mándenme siete tambores con los colores del Villa” decía el Canario Luna. Y cómo deben estar ahora los muchachos allá en Malvín o en Villa Española, aunque desde hace un par de años el Canario había cambiado de barrio, se había mudado a Cerrito de la Victoria, “donde está el club que es súperrival del Villa Española”, nos contó alguna vez tomando un copetín en un bodegón de Congreso. No lloren: el Canario ya está sentado en la sucursal celestial del Rancho Napoleón, con un “amarillito” en la mano, pitando un negro junto a Zelmar Michellini, Raviol, el Niño Calatrava, Obdulio Varela, el Pepe Sassía, Mario Benítez, Martincorena, la Rosa Luna, Eduardo Mateo y, por qué no, el Polaco Goyeneche y tantos otros gigantes que desfilan felices entre constelaciones, porque llenaron su vida y la nuestra con talento, magia y pasión. ¿Para qué flores? No lloren, el Canario fue feliz. Vivió en base a una ecuación aparentemente simple: amor y fidelidad a su barrio, al club, a sus amigos, al Carnaval + lealtad + coherencia ideológica. Algo que muchos declaman, pero que dificilmente pueden sostener en el día a día.
Pasa que hoy cualquier chitrulo tiene en la boca la palabra “código”, sin comprender la verdadera dimensión de lo que significa. Y siguiendo con términos jurídicos, vamos a dictar las últimas “sentencias” inspiradas en “doctrinas” de boliche y que formarán parte eternamente de la “jurisprudencia” arrabalera, aquella que aplicamos los que hemos perdido “el juicio”. Vayan, entonces, los veredictos de un “doctor” que no pasó ni por la vereda de enfrente de una facultad de Derecho, pero que la sabía lunga cuando cantaba: “…El tiempo me enseñó como se pudo, en la universidad arrabalera, con la verdad prendida en una esquina, igual que un farolito en la vereda…” “…El tiempo me enseñó que los traidores, se sientan a la mesa en tu costado, y el hombre que te da la puñalada, comparte el pan con esas mismas manos…” “…El tiempo me enseñó que los valientes, escribirán la historia con su sangre, pero la historia escrita de los libros, se escribe con la pluma del cobarde…” “…El tiempo me ensenó que desconfiara, de lo que el tiempo mismo me ha enseñado, por eso a veces tengo la esperanza, que el tiempo pueda estar equivocado…”.
Washington Canario Luna debutó en el Carnaval uruguayo a los 12 años en la comparsa de lubolos “Guerreros Africanos” y pasó por murgas como “Don Timoteo”, “La Milonga Nacional”, “Curtidores de Hongos” y “Falta y Resto”, hasta 2000, cuando salió por última vez con “La Clarinada”. Setenta años de locura y pasión, diría un trapo futbolero. Pero también supo enriquecer, y cómo, el cancionero popular uruguayo ¿A quién no se le viene como en un flash de pentotal el rostro ajado y la voz aguardentosa del Canario cuando escucha “Brindis por Pierrot” o “Adiós Juventud”? “Brindis por Pierrot” fue durante años la cortina de “Tachame la doble”, un programa que hacíamos en los ’90 con el Tano, el Chino y la Pipistrela en FM La Boca, cuando la radio estaba en la calle Palos, y luego en avenida San Juan. En el video, Jaime Roos lo mira como se mira a una deidad pagana. Y vaya si lo era. Por caso, fue uno de los fundadores de “Falta y Resto” y del Frente Amplio, aunque últimamente se sentía y se definía “cada vez más anarco”.
El Canario solía decir que no cantaba, que gritaba, y que en realidad se había dedicado al canto para poder “comer con aceite”. De aquella nota que le hicimos con el Tano el año pasado para la revista digital “Ruleta China”, me gustaría resaltar algunos pasajes: “Todo el que me conoce sabe que no me gusta cantar. Yo no tengo vergüenza de decir que nunca le canté a mi madre, a mi señora, a mis hijos o a mis nietos…” (…) “Mi verdadera pasión es tomar con amigos” (..) “Yo a veces me río porque dicen que hay una escuela de murga. La escuela de murga no existe. La escuela de murga era en la esquina, cuando tomando mate o un vino cortado cantábamos las cosas de Los Panchos o de Los Fronterizos. Esa es la mejor escuela” (…) “A Maradona lo quiero ahora, no cuando se muera. A la Argentina la conocen en todo el mundo por Maradona, el tipo ya cumplió. Si tiene cuatro o cinco minas, ¿qué te importa? Si toma merca ¿que te importa? Si, supongamos, ahora pasara Maradona por acá, ni siquiera tendríamos que saludarlo, por respeto a que viva su vida…”.
Para ir cerrando: “A mí el agrandado no me gusta. A mí me gusta el que se levanta todos los días con bronca pero la deja arriba del ómnibus, se baja y viene al rancho feliz, a pasar bien. Total, ya sabemos que nos vamos a morir. Yo a veces los jodo a los amigos: ‘Vo, estás convidado para el velorio mío, no me faltés, ¿eh?”.
No lloren, digo entonces, mientras se me cae un lagrimón. El Canario anda por ahí. Esta noche nos espera a Los Caniches con unos chivitos y una botella de Fun-Fun. Tampoco le manden flores. Simplemente, oigan al payaso que canta: esta noche le hizo vista el tiempo, y en las copas le dieron changüí.
¡Salud, Canario!
“El día que yo me muera/ por Dios no me manden flores/ mándenme siete tambores con los colores del Villa” decía el Canario Luna. Y cómo deben estar ahora los muchachos allá en Malvín o en Villa Española, aunque desde hace un par de años el Canario había cambiado de barrio, se había mudado a Cerrito de la Victoria, “donde está el club que es súperrival del Villa Española”, nos contó alguna vez tomando un copetín en un bodegón de Congreso. No lloren: el Canario ya está sentado en la sucursal celestial del Rancho Napoleón, con un “amarillito” en la mano, pitando un negro junto a Zelmar Michellini, Raviol, el Niño Calatrava, Obdulio Varela, el Pepe Sassía, Mario Benítez, Martincorena, la Rosa Luna, Eduardo Mateo y, por qué no, el Polaco Goyeneche y tantos otros gigantes que desfilan felices entre constelaciones, porque llenaron su vida y la nuestra con talento, magia y pasión. ¿Para qué flores? No lloren, el Canario fue feliz. Vivió en base a una ecuación aparentemente simple: amor y fidelidad a su barrio, al club, a sus amigos, al Carnaval + lealtad + coherencia ideológica. Algo que muchos declaman, pero que dificilmente pueden sostener en el día a día.
Pasa que hoy cualquier chitrulo tiene en la boca la palabra “código”, sin comprender la verdadera dimensión de lo que significa. Y siguiendo con términos jurídicos, vamos a dictar las últimas “sentencias” inspiradas en “doctrinas” de boliche y que formarán parte eternamente de la “jurisprudencia” arrabalera, aquella que aplicamos los que hemos perdido “el juicio”. Vayan, entonces, los veredictos de un “doctor” que no pasó ni por la vereda de enfrente de una facultad de Derecho, pero que la sabía lunga cuando cantaba: “…El tiempo me enseñó como se pudo, en la universidad arrabalera, con la verdad prendida en una esquina, igual que un farolito en la vereda…” “…El tiempo me enseñó que los traidores, se sientan a la mesa en tu costado, y el hombre que te da la puñalada, comparte el pan con esas mismas manos…” “…El tiempo me enseñó que los valientes, escribirán la historia con su sangre, pero la historia escrita de los libros, se escribe con la pluma del cobarde…” “…El tiempo me ensenó que desconfiara, de lo que el tiempo mismo me ha enseñado, por eso a veces tengo la esperanza, que el tiempo pueda estar equivocado…”.
Washington Canario Luna debutó en el Carnaval uruguayo a los 12 años en la comparsa de lubolos “Guerreros Africanos” y pasó por murgas como “Don Timoteo”, “La Milonga Nacional”, “Curtidores de Hongos” y “Falta y Resto”, hasta 2000, cuando salió por última vez con “La Clarinada”. Setenta años de locura y pasión, diría un trapo futbolero. Pero también supo enriquecer, y cómo, el cancionero popular uruguayo ¿A quién no se le viene como en un flash de pentotal el rostro ajado y la voz aguardentosa del Canario cuando escucha “Brindis por Pierrot” o “Adiós Juventud”? “Brindis por Pierrot” fue durante años la cortina de “Tachame la doble”, un programa que hacíamos en los ’90 con el Tano, el Chino y la Pipistrela en FM La Boca, cuando la radio estaba en la calle Palos, y luego en avenida San Juan. En el video, Jaime Roos lo mira como se mira a una deidad pagana. Y vaya si lo era. Por caso, fue uno de los fundadores de “Falta y Resto” y del Frente Amplio, aunque últimamente se sentía y se definía “cada vez más anarco”.
El Canario solía decir que no cantaba, que gritaba, y que en realidad se había dedicado al canto para poder “comer con aceite”. De aquella nota que le hicimos con el Tano el año pasado para la revista digital “Ruleta China”, me gustaría resaltar algunos pasajes: “Todo el que me conoce sabe que no me gusta cantar. Yo no tengo vergüenza de decir que nunca le canté a mi madre, a mi señora, a mis hijos o a mis nietos…” (…) “Mi verdadera pasión es tomar con amigos” (..) “Yo a veces me río porque dicen que hay una escuela de murga. La escuela de murga no existe. La escuela de murga era en la esquina, cuando tomando mate o un vino cortado cantábamos las cosas de Los Panchos o de Los Fronterizos. Esa es la mejor escuela” (…) “A Maradona lo quiero ahora, no cuando se muera. A la Argentina la conocen en todo el mundo por Maradona, el tipo ya cumplió. Si tiene cuatro o cinco minas, ¿qué te importa? Si toma merca ¿que te importa? Si, supongamos, ahora pasara Maradona por acá, ni siquiera tendríamos que saludarlo, por respeto a que viva su vida…”.
Para ir cerrando: “A mí el agrandado no me gusta. A mí me gusta el que se levanta todos los días con bronca pero la deja arriba del ómnibus, se baja y viene al rancho feliz, a pasar bien. Total, ya sabemos que nos vamos a morir. Yo a veces los jodo a los amigos: ‘Vo, estás convidado para el velorio mío, no me faltés, ¿eh?”.
No lloren, digo entonces, mientras se me cae un lagrimón. El Canario anda por ahí. Esta noche nos espera a Los Caniches con unos chivitos y una botella de Fun-Fun. Tampoco le manden flores. Simplemente, oigan al payaso que canta: esta noche le hizo vista el tiempo, y en las copas le dieron changüí.
¡Salud, Canario!
Caniche Tano
que día triste, el Canario y Blanca Cabo. que día triste, compañeros.
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