lunes, 16 de noviembre de 2009

ME CAIGO Y ME LEVANTO EN LILITA, TE LO DIJE HACE UN AÑO, CHE!

Había una vez un país que tenía una Constitución que consagraba los derechos de los trabajadores, los de los ancianos, los del Pueblo sobre el subsuelo y otros muchos que no existían en otras partes del mundo.

Ese país se llamaba Argentina y era gobernado por Juan Perón, cuya alianza con los sindicatos obreros había posibilitado la generación del poder suficiente para institucionalizar, en 1949, aquellos derechos de la Nación y el Pueblo por sobre los de las minorías que hasta entonces habían usufructuado los bienes de aquel país rico habitado por pobres.

Pero hay ciertas audacias que no se perdonan.En 1955 un cruento alzamiento cívico-militar (con bombas terroristas, bombardeos a la población, destitución del gobierno legítimo y fusilamientos a quienes se opusieron) derogó de un plumazo aquella Constitución.Se reinstauró la Constitución anterior, que databa de 100 años antes y era abiertamente liberal, al punto de poner por encima de todos los derechos el derecho a la propiedad privada.Todo se hizo invocando a la “libertad” y a la “democracia”, entendiendo por “libertad”a la desregulación (que quitaría de en medio los arbitrios estatales tendientes a equilibrar las asimetrías propias de cualquier sociedad) y por “democracia” al respeto a las minorías, pero en detrimento de la mayoría, a la cual se le prohibía toda representación.

Para hacerlo se convocó a una convención constituyente pero prohibiendo la participación del partido mayoritario.Y para darle algo de viabilidad al engendro restaurador (que retrocedía 100 años, a la época en que ni siquiera había voto universal) se renovaron algunas cosas. Entre ellas, se agregó un articulito que intentaba morigerar el avasallamiento de derechos que estaba realizándose.Ese articulito se intercaló y es el famoso artículo “14 bis” que reconoce derechos a los trabajadores, entre los cuales figura, textualmente, la “asociación sindical libre y democrática”.

Ninguna Corte Suprema de Justicia de la Nación desde entonces, declaró la inconstitucionalidad de aquella reforma realizada durante una dictadura.Ya en 1994, con el solo objeto de permitir la reelección de Carlos Menem, se realizó una nueva convención constituyente que legitimó a la reforma de 1957 (aquella de la dictadura), sin considerar siquiera a la del 49.

Eran tiempos de neoliberalismo y el partido mayoritario había sido cooptado por esta ideología, al punto de incorporar a sus filas a sus antiguos enemigos, la prole de Álvaro Alsogaray. Un intelectual brasilero, Luiz Alberto Moniz Bandeira, contó una vez que los militares argentinos de la dictadura de 1976 explicaron a sus colegas en Itamaraty (la cancillería del Brasil) que habían descubierto que nunca lograban vencer al Peronismo porque los sindicatos eran de esa ideología y que eliminar a los sindicatos por vía directa resultaba imposible, dado el poder que conservaban; y que ese poder residía en la organización y el número; y que los intentos de dominar esa organización, más allá de ciertos logros, no habían dado los resultados deseados; de modo que sólo quedaba reducir el número; y el número se reducía terminando con las industrias, base real de la existencia de los sindicatos.

Moniz Bandeira dice que todos los brasileros de la reunión salieron no sólo sorprendidos, sino también asqueados. La crisis de 2001 demostró que no es sustentable una Argentina sin industria.Los sindicatos, diezmados por 25 años de liberalismo, ya no eran lo de antes ni política ni ideológicamente.

Pero la recuperación asombrosa de los últimos 5 años ha comenzado a regenerar el rol sindical en la vida política, justo en el momento de una crisis mundial del capitalismo que va a originar una puja redistributiva de gigantescas dimensiones, porque comienza ahora a delinearse un nuevo orden económico mundial para las próximas décadas. En este preciso momento histórico, la Corte Suprema (ya nadie podrá negar su independencia del Poder Ejecutivo) dictamina, en un caso específico, que no es necesario ser afiliado a un gremio para ser delegado y se funda justamente en el derecho a la “asociación sindical libre y democrática” del 14 bis.

Esta historia del 14 bis explica el sustento ideológico del fallo.Su sentido político se explica, en cambio, por sus posibles consecuencias. La CGT ya se siente agredida y defenderá su criterio de modelo sindical con central única y deberá lidiar con tensiones internas provenientes del barrionuevismo, los liberales de la CGT, que buscarán debilitar a Moyano, que es aliado de Cristina, buscando volcar a la principal central obrera a la oposición; la CTA ya se relame y retoma con más fuerza la exigencia del reconocimiento de su personería; los partidos de la izquierdita lanzarán al ruedo infinidad de comisiones internas, una en cada oficina en la que tengan un militante; las patronales promoverán cuerpos de delegados chupamedias; los conformistas formarán gremios para exigir asientos ergonómicos; los empleados con mayor jerarquía, con sueldos más altos, se asociarán para despegar sus reclamos de los subalternos; y vaya a saber cuántas posibilidades más saldrán de la caja de Pandora.

En todos los casos, las distintas versiones seudosindicales, de derecha a izquierda, recurrirán para poder hacerlo al arbitrio de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el único poder estatal que no surge de la voluntad popular y que es hoy el último reducto institucional de la Argentina conservadora y liberal y elitista, que vive entre la Plaza San Martín y San Isidro, la franja concheta que cree todavía que el mundo es chico porque su endogamia la convence de ello.En definitiva, se dificultará la unidad de los que trabajan para defender sus propios intereses.

Un criterio típicamente individualista imprimirá su sello a las relaciones entre patrones y laburantes. En ese río revuelto, el pescador no será el trabajador. Digámoslo claramente:La “libertad de asociación” es en realidad “desregulación”, al estilo de las desregulaciones de los 90, que implicaron la supervivencia del más fuerte.Y la asociación sindical “democrática” no será más que anomia, multiplicación al infinito de los interlocutores sindicales, lo que redundará, también, en ventajas para las patronales, que aprovecharán la infinidad de reclamos minoritarios para obstaculizar las exigencias de las mayorías.

Y todos los liberales que festejan hoy,todos los Laje, los Grondona, todas las Bullrich, todos los Macris, los Morales Solá y los Gerardos Morales (moralísimos), en Recoleta las gordas todas, las Carrió, los señores de la Sociedad Rural (que eran amigos de los Bussi con “s” pero también de los Buzzi con “z” y amigos de los Barrionuevo y de los muchachos de la CCC); todos esos liberalotes, tan democráticos y tan amantes de la libertad, van a reclamar orden van a reclamar el fin de la conflictividad.
Y van a hacer marchas con pañuelos negros en la cabeza reclamando seguridad, orden y previsibilidad.
Y nos van a decir que delincuentes, piqueteros y sindicalistas son lo mismo y que están amparados por el Gobierno.
¡Qué añito nos espera!


13-11-08
Juan Cruz Cabral
Subdirector Revista Sudestada,
PERONISMO MILITANTE

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