En síntesis, el corolario de esa Cumbre destaca la imperiosa necesidad de que la Organización de Estados Americanos (OEA) participe en saldar diferencias y conflictos regionales, así como el importante rol que desempeña ese organismo en el continente, y alienta a fijar objetivos y estrategias de cooperación, y bla bla bla...
“Algún milagro debió producirse, pensé” –escribió Fidel–. “La piedra filosofal ha sido descubierta. ¿Por qué preocuparse un solo segundo más? Nadie piense que fue obra de la casualidad. ¿Es que no sabemos leer y escribir? Es la OEA quien nos salvó a todos. Eso consta en 13 de los 97 epígrafes, de las 67 páginas de la declaración final.” (…)
“¿Acaso la OEA, es garantía de la soberanía e integridad de los pueblos de América Latina? ¡Siempre!
“¿Intervino alguna vez en los asuntos internos de un país en el hemisferio? ¡Nunca!
“¿Es cierto que constituye siempre un instrumento dócil de Estados Unidos? ¡Jamás!
“¿Murió un solo latinoamericano o caribeño por culpa suya? ¡Ni uno solo! Son calumnias del Castro-Comunismo emanadas de Cuba, país expulsado de la OEA, porque su gobierno proclamó el Marxismo-Leninismo, un país donde nunca hubo una elección, nadie vota ni es elegido, reina allí una tiranía que ha tenido el descaro de enfrentar a un país tan débil, indefenso y pobre como Estados Unidos durante medio siglo. Si no rectifica, el Gobierno desinteresado y noble de ese país, no le venderá a Cuba ni una aspirina. La OEA es garantía para el sufrido pueblo cubano de sus derechos democráticos.”
El Caniche Pipo
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