Miles de santiagueños le tributaron hoy una emotiva despedida al músico y compositor, máximo difusor del quechua en la Argentina, que falleció ayer a los 94 años como consecuencia de una grave afección cardíaca y pulmonar. Sus restos fueron sepultados en el cementerio Parque de la Paz, de la capital santiagueña.
Miles de santiagueños le tributaron hoy un emotivo adiós al músico y compositor santiagueño Sixto Palavecino, máximo difusor del quechua en la Argentina, que falleció ayer a los 94 años como consecuencia de una grave afección cardíaca y pulmonar.
Al ritmo de vidalas, zambas chacareras y el rezo del santo rosario en la lengua indígena, los restos de Don Sixto o "Sacherito", como cariñosamente lo llamaban, fueron sepultados en el cementerio Parque de la Paz de la capital santiagueña.
El cortejo fúnebre se inició en el teatro 25 de Mayo al cántico de "soy santiagueño, soy chacarera", recorrió la avenida Belgrano y antes de llegar al cementerio hizo un alto en su casa del barrio Almirante Brown (ex Tala Pozo Viejo).
Respondiendo a su último anhelo, Don Sixto fue sepultado junto a su poncho tejido en lana santiagueña con tintura vegetal, su inseparable violín, similar al que supo construir con sus propias manos cuando apenas tenía 9 años, utilizando un pedazo de madera de una vieja mesa de su madre, en su Salavina natal.
Como no podía ser de otra manera, en una soleada tarde, Don Sixto fue despedido al ritmo de vidalas, zambas y chacareras, la mayoría interpretadas en lengua quechua, con el estridente repiquetear de bombos legüeros, guitarras, violines y acordeón.
En su despedida, personajes de la cultura destacaron la obra de Don Sixto, que supo traducir y editar en quechua el Martín Fierro y el Himno Nacional Argentino, que forman parte de la enseñanza en alejadas poblaciones rurales de Santiago del Estero.
También recordaron su espacio radial de los domingos santiagueños por LRA 21 Radio Nacional, como principal conductor del programa "Alero Quechua Santiagueño", en el que hizo célebre aquel consejo de "Ama sua, ama llulla, ama ckella" (Ni ladrón, ni mentiroso, ni holgazán).
Asimismo se dio lectura a expresiones de pesar de famosos folcloristas, como Los Carabajal, Leon Gieco, Soledad, Los Nocheros, Cuti y Roberto Carabajal, entre otros, con los que supo compartir distintos escenarios. El oficio religioso, en el Parque de la Paz, estuvo a cargo del cura párraco Juan Zavalía, que de igual manera utilizó el quechua y el castellano "bien mezcladito", como solía decir el famoso músico y compositor.
El emotivo final de la despedida y como no podía ser de otra manera, fue con la entonación de las estrofas de "Añoranzas", el denominado himno santiagueño.
Con voces entrecortadas y el acompañamiento de palmas, la estrofa de "tal vez en el campo santo no haya lugar para mí, aisano le via pedir que cuando llegue el momento, tirenme en campo bierto, pero allí donde nací", marcó el momento más emotivo del último adiós al "Sacherito" Sixto Palavecino.
Detrás suyo, queda un legado cultural apreciable y el consejo de un quechuista de pura sepa que supo instar "a seguir por la misma huella, para mostrarle al mundo nuestra identidad".
Fuente: Telam
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