miércoles, 11 de marzo de 2009

BOLUDA TOTAL


Termínenla con la estupidez de los derechos humanos. El que mata debe morir”, dijo en la noche del 28 de febrero pasado Susana Giménez indignada en la puerta de su casa de Barrio Parque, luego de conocer la noticia del asesinato de su colaborador y amigo, el florista Gustavo Lanzavecchia.

Ojo al piojo, porque estas declaraciones en boca de la diva con mayor audiencia en la televisión argentina son peligrosas, muy peligrosas. Esto, condimentado con un buen fogoneo mediático, encabezado por los impresentables Mauro Viale, Eduardo Feinmann y Chiche Gelblung, además de Clarín, La Nación y demás deudos, provocó que otras figuritas grosas de la caja boba salieran a bancar la sentencia de Su, erigida ya en un nuevo personaje bíblico. Así, días después del exabrupto, la “inteligente” Moria Casán y el “angelado” Marcelo Tinelli se encolumnaron detrás de la ex vedette para reclamar "mayor seguridad" a cualquier precio. A ellos se sumaron ahora Sandro, Cacho Castaña y, qué país generoso, el Facha Martel.

¿Cuál fue el tratamiento que le dieron los medios a este tema? ¿Consultaron a algún especialista? De ninguna manera: en los centenares de notas realizadas en TV, gráfica, radios e internet, opinaron todos, hasta el Teto Medina, y en el medio, hubo una entrevista, la única, al constitucionalista Eugenio Zaffaroni.

No hay nada más peligroso, se sabe, que un boludo indignado. Y en ese sentido, las declaraciones de Giménez están formando opinión a la velocidad de la luz, echando más fuego sobre el fuego que alimenta la guerra social entre "incluidos" y "excluidos" ¿Cuál fue la reacción de la artisteja ante el hecho en cuestión? ¿Barajó algún análisis de fondo? En absoluto, salvo esta profunda reflexión: “¿Toque de queda, qué es lo que es? Para que se pueda poner, quisiera saber cosas…”. Lo que sí hizo fue desembolsar rápidamente 25.000 dólares para blindar su camioneta Mercedes Benz, incluidas las ruedas, y promocionar las extremadísimas medidas de seguridad que inauguró en su mansión de Punta del Este. Es decir: si hay goma, mano dura muchachos, y sobre todo que no me salpique…

¿Y quién más podía sumarse a la cruzada de Su? ¡Gorililita Carrió, claro que sí! El Agente Naranja señaló a Radio Mitre que "la gente, cuando está muy dolorida y muy afectada, generalmente dice la frase que dijo Susana Giménez". ¡Sabias palabras Gorililita! Lo dejamos ahí, ¿para qué más? Si en este contexto, el “ojo por ojo, diente por diente” garpa y suma votos, dale gas...

En fin, ¿para qué se queman el bocho sociólogos, juristas, antropólogos y tantos profesionales puestos a desentrañar la dura realidad social que nos toca vivir? Total, la tenemos a Susana revelándonos grandes verdades ocultas y sentenciando quién debe vivir y quién no…

Dijo el juez Zaffaroni: “Bombardean con noticias rojas que crean una realidad en la que el enemigo principal es la inseguridad urbana. Si hoy preguntaran cuál es la pena máxima en el país, se podría contestar que es la prisión perpetua, o 50 años de prisión, o 37 y medio o 25, y para cualquier respuesta habría una parte del Código que la respalde. (...) Hay que evitar todo fraccionamiento de la sociedad, que es lo que buscan estos discursos vindicativos partidarios de la pena de muerte”

El magistrado criticó con dureza la postura de la “pena de muerte” y a los dirigentes políticos que la sostienen. “Los políticos les temen a los medios, y en consecuencia hacen modificaciones al Código Penal, que se encuentra en escombros. Cada cambio es en realidad un mensaje motivado en una coyuntura que ya olvidamos”

Y a propósito de especialistas sobre el tema, bueno sería que en lugar de dejarse seducir por el discurso berreta de tanto marmota mediático, se prestara mayor atención a trabajos como “Más allá del corte de rutas. La lucha por una nueva subjetividad”, del compañero Pancho Ferrara, quien sostiene respecto de los desplazados a partir de las políticas neoliberales aplicadas en los ’90: “La existencia de estos seres, establecida fuera de los circuitos de producción de subjetividad mercantil, carece de cualquier operación de sintonía; no existen subjetivamente, no entran en la cuenta del sistema. (…) Carecen de atributos subjetivos, no pueden ser considerados como sujetos del mundo regido por la economía neoliberal. En este sentido, los millones de caídos del sistema constituyen un no ser para ese mismo sistema; son (…) nuda vida, una vida que carece de los atributos de la humanidad, que no está atravesada por las operaciones simbólicas que hacen a la subjetividad. La desligadura opera destituyendo la humanidad previa y despojando a esos millones de su condición de ciudadanos y de consumidores, estableciendo nuda vida, desubjetivando a los afectados por la caída.”

Lo expuesto no justifica absolutamente nada. Sin embargo, no cabe duda de que la clave está en generar las condiciones para devolverles la identidad y la categoría de “personas” a esos millones de caídos del sistema, aunque -claro- resulte mucho más simple borrarlos del mapa.

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