Pasó mucha soja debajo del puente. Un 12 de marzo de 2008, las cuatro patronales del campo, que todavía no se llamaban "mesa de enlace", convocaban a un lock-out patronal por 48 horas. Al segundo día de conflicto, decidieron prolongarlo hasta el 25 de marzo. En el medio, Semana Santa, el Día de la Memoria y el discurso de Cristina, que dio en el clavo: "los piquetes de la abundancia". Y salieron los cacerolos a la calle, y salimos nosotros con el Compañero D'Elía a la cabeza, y de nuevo las dos Naciones en conflicto. El peor racismo, el antiperonismo más recalcitrante, los prejuicios de clase, los derechos adquiridos de los ganadores de siempre, la idiotez histórica y traumática de buena parte de la izquierda Argentina, pero sobre todo el nuevo protagonista : La Cadena Nacional (?) Destruyente, o como dijo la Presidenta los "Generales Mediáticos". El resto del relato es conocido y no vale la pena volver sobre él, pero ¿cómo quedamos?
Quizás el escenario esté más claro que nunca. El interés Nacional por un lado, y los grupos más concentrados económicamente y extranjerizantes por el otro. En el medio, agua podrida, historia repetida de traiciones, indecisiones, progresismo blanco-blando y muchos indiferentes que sólo pueden ver al mundo desde su ombligo; si tiene pelusa, que se vayan todos; si está limpito, no me jodan. Unos, indignados por el tupé de una mujer quiere "robarles" lo que por derecho natural les corresponde. ¿Pero quién se cree que es esta chiruza, gordo? Otros, intentando cambiar la historia, o mejor dicho, retomar el camino histórico de un país para todos.
El Kirchnerismo no es más que el Peronismo posible de estos tiempos, y con eso alcanza para avanzar en esta etapa. Y no me salten al cuello los que apoyan al Gobierno y no son peronistas: la Revolución Social en la Argentina se hizo, se hace y se hará desde el peronismo. Los demás, bienvenidos, son parte del Movimiento Nacional y Popular que se construye al su alrededor. Sepan disculpar si no somos muy prolijos o tenemos demasiadas contradicciones, pero el andar entre el barro del poder nos hizo así. Nos gusta el poder porque desde él hicimos feliz al pueblo. Sabemos que somos jodidos y que muchos defeccionan, sabemos de traiciones, pero también sabemos meternos en la mierda sin comerla.
"Menos ricos, menos pobres" decía Perón, y eso es la Justicia Social, reconociendo a una sola clase de hombres y mujeres: los que trabajan, y combatiendo a la clase de hombres y mujeres que viven del trabajo ajeno. A esto apunta el Peronismo posible de hoy, siempre proyectándose hacia adelante, presentando las batallas que se pueden ganar a la larga o a la corta, dejando para otro momento de correlación de fuerzas lo que no es seguro de triunfo. Por eso es imprescindible tener paciencia, y mucho coraje para poner el cuerpo en todo momento; como en el barrio: si un amigo está a las trompadas y pide ayuda, primero pegás y después preguntás.
Desgraciadamente, durante el conflicto encabezado por las patronales del campo, muchos compañeros querían saber antes de pegar, y eso nos debilitó a la hora de ganar la calle, porque ahí perdimos la batalla. No supimos ganar la calle. Muchos se indignaban por la mierda de la televisión, pero lo miraban por TV, y en la calle, siempre pocos. En el último acto de Néstor en el Congreso no éramos más 100.000, y la noche de la traición de Cobos no llegábamos a 5.000. ¿Cómo hubiera votado el boludo si afuera del Congreso nos hubiéramos concentrado medio palo de compañeros? ¿Cuánto hubiesen durado los piquetes de la abundancia si tomábamos los edificios de las patronales campogarcas? Claro, poníamos el país al borde del incendio, ¿pero cuánto tiempo creemos que va a pasar hasta volver a tener las antorchas, el alquitrán y los fósforos en la mano?
El enemigo está delante nuestro, y en la próxima hay que PONERLO DE RODILLAS, después preguntamos. Eso es el peronismo posible.
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