viernes, 6 de marzo de 2009

DE LA MALA VIDA PORTEÑA, de Rodolfo Kusch



"El armado para la vida" `
[...]
Pero seamos realistas. Nosotros, los que pensamos, escribimos o hacemos negocios no creemos ser pueblo. Somos una clase media y pensamos como tal; somos siempre prácticos y objetivos, como lo fueron nuestros padres inmigrantes, quienes crearon el bienestar argentino con su esfuerzo.

Por eso decimos sin más que el pueblo vive de una manera, y nosotros, los de la clase media, de otra. Suponemos siempre que la masa busca sus propios símbolos para conformar su vida, porque tendrá alguna deficiencia de la cual nosotros carecemos. En muchos aspectos nos consideramos mejor dotados, más al tanto con lo que pasa en el siglo, y dispuestos siempre a asumir las responsabilidades que aquel asigna.

Y la masa siempre se atrasa respecto al siglo. Pero eso nunca diremos pa'mí, como dice el pueblo, ni hablaremos lunfardo para justificar alguna picardía nocturna, ni repetiremos los versos de algún tango para encontrar algún sentido en nuestra vida como haría un hombre común.

Del Martín Fierro diremos siempre que es un magnifico poema, pero que mucho mejor y más profundo nos resulta algún autor moderno. Entre José Hernández y Sartre no hay mucho que dudar, nos quedamos con Sartre. Pero esa distancia entre nosotros, como clase media que piensa, escribe estudia, o hace cosas, por una parte, y el pueblo, por la otra, ¿es real o es ficticia? ¿Nada en absoluto nos une a él? He aquí un problema clave. Se trata de saber de dónde proviene esta sensación de sentirnos segregados un poco, como al margen del país, y también de comprobaren dónde realmente están nuestras raíces. [...]

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